“Tú, la misma, siempre tú,
Amistad, ternura, ¡qué sé yo!
Tú, mi historia has sido tú,
la historia de un amor, que no fue nada
(…)
Tú, mi oculta
amiga tú
un golpe de pasión
amor de madrugada
No existe un lazo entre tú y yo
nada de amores
nada de nada
Tú, la misma de ayer
la incondicional
la que no espera nada
tú, la misma de ayer
la que no supe amar
no sé por qué” (…)
un golpe de pasión
amor de madrugada
No existe un lazo entre tú y yo
nada de amores
nada de nada
Tú, la misma de ayer
la incondicional
la que no espera nada
tú, la misma de ayer
la que no supe amar
no sé por qué” (…)
¿Le suena familiar la letra de esta
canción? Sí, pertenece a una de las que mayor éxito le ha dado al cantante
mexicano Luis Miguel, a finales de los años 80 y principios de los 90.
La canción describe a la perfección el tipo
de relación tóxica de la que ya hemos hablado en este espacio anteriormente. Sí
la del tipo “indeciso” que gusta de establecer “relaciones” en las que recibe
todo a cambio de “estar sin estar”.
Y es que el sujeto en cuestión no se
conforma –en la praxis- con la sola amistad, no, siempre deja entrever que
tiene un interés adicional, llámese atracción física, sexual, “complicidad”,
etc., pero cuando se le encara para que defina de una vez por todas sus
intenciones, entonces como buen pusilánime manifiesta que él solo quiere
tenernos cerca como “su amiga”.
Amiga que actúa como novia pero que
jamás llegará a serlo, tal como dice la canción: “la incondicional, la que no
espera nada”. Ése es el sueño de relación de muchos que andan por ahí con la
idea de estar disponibles para cuanta mujer se aparezca y exprese sus deseos de
acostarse con ellos, algo que como ya hemos dicho, sólo ocurre en sus mentes.
Lo grave de que existan canciones como
la trajimos a colación al inicio de este post, es que se vuelven un éxito
precisamente entre nosotras, sí, las que sin darnos cuenta asumimos el rol de “mujer
que no espera nada”, de “incondicional”. Y es que la canción suena hermosa ¿no?
Pero ¿ya le pusiste atención a lo que dice? ¿Ya te diste cuenta de que sólo
contribuye a reforzar la idea de que se puede tener todo sin entregar nada a
cambio? ¿De que siempre habrá una ilusa lo suficientemente necesitada de cariño
que acepte ser la novia de un tipo que en realidad es y será simplemente “su amigo” –con
derechos, claro-?
Lo complejo de las relaciones de pareja
es que son además, terreno–casi siempre-, de relaciones desiguales de poder que
nos dejan, a nosotras, en desventaja frente a todo un aparataje de educación
formal e informal, religión, publicidad, medios de comunicación en general y
hasta del arte, en este caso en particular, la música, que nos enseña a
consumir e interiorizar la idea de que hay que conformarse con lo que te dan
porque no estamos en condición de exigir más, de exigir lo que en realidad
queremos, vaya ni siquiera de expresarlo en voz alta, porque el fulano en
cuestión te puede dejar. Y claro, ellos tienen cincuenta millones de italianas esperándoles, pero en cambio a
nosotras, nos hacen creer que no habrá ninguno que nos vuelva, ni siquiera, a
ver.
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